jueves, 26 de agosto de 2010

El quebranto del ser huraño

Nunca seré tan retorcido, ni cavilaré engreído, como para reclamar los perdidos momentos que entre los bolsillos rotos de la vida y las hogueras mentales vi extraviarse.
Procuraré la deriva de una ceguera prohibida de lazarillo, donde esta negra destinación de ni siquiera permitirme un álbum grueso y colmado de inventadas felicidades, me quiebre a reclamarle a esta tortura indagada la confesión de mi realidad como fracaso.
Dónde encontrar, en todo o algún caso, un libro de lamentaciones del que pueda abusar con un arrebato en la mano, de tinta color saña, para condenarme desde las sacras escrituras de mi conciencia lacra.
El pecado de ungir la vida en la insensatez; de procrear lástima por estima. Quién puede mitigar este resignado camino de hoy que arruinado se fue corrompiendo por la desgana de miles de descuidos y fallos inseguros.
Me creo un sostenedor de la hipocresía, por que sabiendo que en cada uno vive el mandato de la supervivencia hacia el porvenir alentador, me cerco a sentirme con autos-estacados pánicos. No le proveo ningún tipo de desacato al miedo que domina… como el rey tirano de todas mis decisiones defraudadas, vago por rutas de rutina; como linyera sin anhelos. Asomándome con un relame a ver el plato lleno del otro, y me siento a imaginar el sabor de sus exquisitas tranquilidades, pero como si fuera una película didáctica, aprendiendo de la condescendencia de la realidad que desde lejos con una perspectiva sarcástica sospecha de ella misma por que los protagonistas no dejan de representar el zombi social.
Intentar era un riesgo de caerme, desde que pude elegir ya me sentía cómodo en el fondo de mi mediocridad, con 5 años ese placer de pintar árboles violetas y casas con puertas redondas se aplaco al entender el orden y curso del límite establecido a mi imaginación. Construí diques desde mi infancia para no inundarme con este peligroso desbordar de lo espontáneo.
Mis padres en ese momento tuvieron la maldita ventura (para mi angustia heredada) del otorgarme este silencio inmaculado. Cargando sobre mis hombros todo el peso de sus desdichas y sus impotencias (jamás mi vos tuvo renombre).
Y así, Infante mudo de caprichos imperturbables, la pequeña boca que llevó mi cara, siempre fue útil en solo lo necesario. La repetida afirmación en las verdades ajenas, constaba de un movimiento de cabeza, que en esta corta edad imaginaba como si fuera el golpe que acabaría con el tortuoso molde que forzaban sobre mi incuria. Por que prefería el sometimiento y el acato como canto sin discernimiento, que el inmolarme al dolor del feudo dueño de prometidas violencias; donde el campo abierto por el arado de sus represalias marcaría en mi cuerpo esta cosecha madura y adulta de no pretender reclamo alguno. Nunca crecieron en mí las alas de la dignidad.
Mi adolescencia estaría brotada de conductismo, y aunque esta erupción en mi interior me hostigaba como alergia marcial, me era inmune, gracias a las vacunas que supieron condenarme estos jueces que me dieron la vida.
La escuela que me prohibía las trincheras sentimentales, ponderaba la idea de enseñar y preparar solo al hombre, en mi entorno la presencia machista me intimaba a desconocer la influencia femenina, para ignorar la sensibilidad.
Necesario móvil e imperioso germen que me hubiera despertado, para poder desertar de esta inducción inerte de obediencia.
Soy tan incrédulo, que ni dios tengo, no busco perdón o redención, menos reencarnación torturante, no puedo pensar en estar muerto y pudriéndome, creo no poder ni abonar la tierra, y si creman mi cuerpo estaría la dificultad de todavía ser ceniza.
Quisiera solo desaparecer como una luz que nadie vio y sentirme conforme de no haber exigido, iluminando el parpadeo de una poesía que nadie leyera.
Luz…

Distancias de lugares que elegí sin darme cuenta,
En donde si una vez no pude acarrearme,
La tentación fue apartada del hoy
En el que me oscurezco.

Fue un desatino postrado
En el que viví de desconocidas estancias.

Sin buscar reniego del pasado,
Ni por haber sido extenso.
La necesidad al sentimiento dio lamento
(O exagerada emoción)
De quererme y espectarme
En momentos indefinidos.

El confuso merito a redimir
No siente noción del pensar,
O el visear trémulo e inconstante
Incongruencias indistintas;
Por que sin pugna
El ser se apaga en la indeferencia
Que nos obsequia el punto final
Y el quebranto del ser huraño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario